Javier García Sánchez, en esa hermosa novela donde el cántabro ‘Jabato’ se alza como el gran protagonista de ‘El Alpe d’Huez’, apunta que Henri Desgrange, el padre y organizador del Tour de Francia, llegó a afirmar que su sueño secreto era ver entrar a un único ciclista en París el último día de la carrera. Pocas personas saben que aquel sueño pudo haberse hecho realidad, y que fue el propio Desgrange quien lo evitaría.
El hombre que pudo personificar el sueño de Desgrange se llamaba Vicente Trueba, el primer deportista español de fama internacional, gracias precisamente a sus actuaciones en la gran vuelta francesa. El ciclista de Torrelavega deslumbró a los organizadores del Tour en 1932, e inspirados por sus espectaculares escaladas, éstos decidieron establecer al año siguiente el Gran Premio de la Montaña. Y Vicente Trueba no desaprovechó la ocasión de estrenarlo como ganador, y de qué manera. Cuando todos luchaban con aquellas largas pendientes de los Alpes o los Pirineos clavados en sus bicicletas, de repente, surgía aquel hombrecillo con su maillot verde y amarillo, con un rictus en la boca, los codos separados y las manos en lo alto del guía, para distanciar la ventaja, quebrar el ritmo y arruinar la moral de sus contrarios.
‘Jabato’, el personaje de la novela de García Sánchez, reconocía que “la Croix de Fer te destroza los pulmones, el Galibier te come la moral y el Alpe d’Huez te rompe en pedazos”. Pero ningún puerto de montaña fue capaz de destrozar los pulmones, comer la moral y romper el pedaleo de Vicente Trueba. Lástima de las bajadas, donde perdía parte de sus rentas, ya que el punto débil de este gran corredor fue su poco peso, y acaso la falta de pericia en los descensos a tumba abierta.
‘Jabato’, el personaje de la novela de García Sánchez, reconocía que “la Croix de Fer te destroza los pulmones, el Galibier te come la moral y el Alpe d’Huez te rompe en pedazos”. Pero ningún puerto de montaña fue capaz de destrozar los pulmones, comer la moral y romper el pedaleo de Vicente Trueba. Lástima de las bajadas, donde perdía parte de sus rentas, ya que el punto débil de este gran corredor fue su poco peso, y acaso la falta de pericia en los descensos a tumba abierta.
'La pulga'
‘La pulga’, que así le pusieron los franceses por su tamaño, pero también por la desesperante facilidad con la que saltaba del pelotón en las duras subidas, era un ciclista rompedor. Y no sólo rompía las piernas de sus rivales durante los ascensos. Llegó a romper hasta el mismo Tour. Me voy a las páginas del libro de Ángel Neila sobre la biografía de este gran ciclista, para contar lo que sucedió en la décima etapa de la edición de 1933, con un recorrido de 156 kilómetros, salpicado de puertos de montaña entre Digne y Niza. Casi en los comienzos, cinco corredores mal situados en la clasificación arrancaron en una escapada mientras el pelotón pedaleaba con cierta tranquilidad… hasta que, avanzada la etapa, la ventaja se hizo mayúscula y comenzó a amenazar a los ciclistas la sombra del cierre de control (el reglamento del Tour ese año aplicaba el 8 por ciento del tiempo del ganador para señalar el cierre). Trueba se dio cuenta de esta circunstancia y se separó del pelotón para reducir las diferencias, llegando a alcanzar a uno de los fugados y entrando finalmente en la quinta posición. Sólo siete corredores se libraron aquel día de la quema, porque el resto de los participantes, incluidos los primeros de la general, entraron desfallecidos y fuera de control. Vicente Trueba había conseguido el maillot amarillo con más de nueve minutos de ventaja sobre el segundo, Fayolle, el ganador de la etapa. Pero para evitar aquella criba, Desgrange solicitó a los comisarios de la carrera que aumentaran el porcentaje del cierre de control al 10 por ciento y así repescar a la mayor parte de los corredores descolgados. Y así se hizo. Al final del Tour, el corredor torrelaveguense quedó en el sexto lugar, lejos del primer puesto que le hubiera correspondido con el reglamento en la mano.
A pesar de aquella injusticia, ‘La pulga de Torrelavega’ continúa saltando entre el pelotón de los recuerdos más entrañables del Tour. Fue héroe, mártir, titán del esfuerzo, y también el gran sueño (o acaso pesadilla) de Henri Desgrange.
Chapeau!
ResponderEliminarrodabike360.com
ResponderEliminarEl Tour de Francia es pura adrenalina sobre ruedas. Con paisajes increíbles de fondo, la pasión por la bici alcanza su punto máximo. Un espectáculo emocionante que celebra la velocidad y el amor por el ciclismo.