Sus saques a bote pronto silbaban como obuses cuando, bajos y paralelos al suelo, pasaban cerca de las cabezas de los jugadores. Sus saltos, elegantes y adornados, hacían dudar si aquel portero era un hombre o un ave rapaz. Sus despejes de puño, limpios y precisos, eran capaz de noquear al balón de rosca más peligroso que se acercara a su territorio. Sus paradas, ¡ay sus paradas!, sencillamente retaban a lo imposible.
Ya sé que es una afirmación demasiada ambiciosa. Ya sé que mi amigo Carlos Bribián (mi más severo crítico) me echará la bronca por la fragante sospecha de falta de rigor. Y acaso tenga razón, porque nunca vi jugar a ‘Zamoruca’, el mejor portero del mundo. Pero todos los que le vieron actuar debajo de una portería me expresaron lo sorprendentemente seguro y espectacular que era. Y el brillo de esos ojos, mientras me describen mil y una jugadas, no admite dudas.
Le llamaban 'Zamoruca'
Goyo ‘Zamoruca’ (Gregorio de la Fuente Perales, Santander 1931-2011) comenzó a jugar al fútbol en su infancia, en el colegio de los Salesianos de Santander, y allí tomó contacto, por casualidad, con el excepcional puesto que el portero supone para un equipo. Había que jugar un partido entre los alumnos externos e internos del colegio, y Goyo, que acostumbraba a jugar de interior izquierdo, tuvo que ponerse en la portería ante la lesión del guardameta titular. En el camino de aquel portero de patio de recreo, se cruzaría el Torneo de los Barrios, donde ‘Zamoruca’, allá por la temporada 1945-46, participaría con el C. D. Calle del Sol, para ya en la siguiente edición, hacerlo con el equipo de su barrio, el C. D. Callealtera.
Luego tuvo la suerte de formar parte del Kostka, un gran equipo entrenado por el inolvidable Samuel Lamarca, en el que tenía como compañeros a chavales como Marquitos o Moruca, ganando el Torneo Barrios de 1948, tras imponerse en la final al Perines. La alineación de aquel gran Kostka, que fue el primer equipo en practicar la WM y lanzar el penalti en dos tiempos (cosas del irrepetible Lamarca) estaba formada por: ‘Zamoruca’; Baldor, Iza; Casuso, Julián, Marquitos; Amancio, Barrilaro, Diego, Zalo y Mora. Con algunos de estos compañeros formó ‘Zamoruca’ en la selección juvenil de Cantabria.
En ese tiempo de adolescencia, y como alumno de la Escuela de Comercio, también defendió la meta en los partidos que jugaba en los torneos escolares, y poco después ya estaba jugando en el Juventud Real Santander (1950-51) a las órdenes del gran Germán Gómez. Cumplió el servicio militar como voluntario en el Regimiento Valencia, donde practicó fútbol, atletismo, baloncesto y balonmano en compañía de otros racinguistas, como Santín, Gento, Lolo Gómez, Campón o Villita. Luego jugó en el Rayo Cantabria y desde aquel entrañable filial saltaría al primer equipo del entonces denominado Real Santander, que jugaba en Primera División teniendo al inigualable Rafael Alsúa como referencia creativa y atacante.
En la última jornada liguera de la temporada 1952-53, concretamente el 3 de mayo de 1953, aquel jovencito que admiraba tanto a Ricardo Zamora se puso debajo de los palos de la portería racinguista para enfrentarse al Real Valladolid Deportivo, en los Campos de Sport. Los locales formaron entonces con: ‘Zamoruca’; Marquitos, Barrenechea, Ruiz; Felipe, Nando; Magritas, Alsúa, León, Martínez y Gento.
La maldita lesión
Todo era un camino de rosas. Todo era un sueño. Por fin un jugador joven supo mantenerse seguro y ágil en la puerta del Racing, y además con un prometedor futuro. Cuántos proyectos hermosos revolotearon por el entorno futbolístico de ‘Zamoruca’, hasta que llegó el día de la maldita lesión. Fue el 9 de enero de 1955. Aquel día, el equipo santanderino jugaba el partido liguero en el estadio Metropolitano ante el Club Atlético de Madrid. Con el marcador en empate a uno, el guardameta chocó con su compañero y amigo, el defensor Santín, de tal manera que le produjo una doble fractura del húmero de su brazo izquierdo.
La lesión había coincidido con la llamada del seleccionador nacional, Ramón Melcón, que había acudido a verlo. Y el lance tan desgraciado también se prolongaría fuera de los terrenos de juego. ‘Zamoruca’ pasó mucho tiempo entre médicos y hospitales para intentar recuperarse físicamente, pero a pesar de todos los intentos, ya nunca volvería a jugar al fútbol. El 14 de enero de 1955 sufrió la primera de las operaciones quirúrgicas de un calvario que acabaría con su retirada definitiva de los terrenos de juego, con un adiós en forma de partido homenaje que se disputó el 14 de mayo de 1961, entre una selección de jugadores cántabros y el Athletic Club de Bilbao.
Después de aquella lesión, sacó el título regional de entrenador en Santander (1960), así como el título nacional, en Madrid (1962). Ya había comenzado su carrera de técnico en la temporada 1957-58 en el Santoña C. F., donde estuvo cuatro años hasta que llegó, en 1963, a la Cultural Deportiva Guarnizo, en sustitución de Félix Elizondo, permaneciendo hasta el final de la temporada 1973-74. Luego sería entrenador de la S. D. Velarde, S. D. Unión Club, Rayo Cantabria, C. D. Villamarín, C. D. Cayón y C. D. San Agustín. También entrenó a la selección juvenil de Cantabria y a finales de la década de los setenta entró en la Escuela Municipal de Fútbol de Santander, donde estuvo más de veinte años, los últimos once en solitario dedicándose a la enseñanza y perfeccionamiento de los porteros.
El 17 de julio de 2004, en las instalaciones del Club Parayas, se celebró un cálido homenaje que sus amigos del fútbol organizaron, desde entrenadores, jugadores, presidentes, aficionados, alumnos, padres de alumnos, periodistas y admiradores de su gran labor deportiva. El Real Racing Club le ofreció aquel día una copia metálica del acta fundacional de la entidad, y posteriormente le entregaría la insignia de oro y brillantes del club durante el partido contra el Málaga C. F. que se disputó el 9 de enero de 2005.
Ya sé que en el Racing hubo extraordinarios guardametas: Raba, Solá, Pedrosa, Ortega, Juanito, Santamaría, Damas, Pereira, Liaño, Moncaleán, Alba, Ceballos… que España está plagada de inolvidables nombres que inspiraron seguridad debajo de los palos: Zamora, Martorell, Eizaguirre, Ramallets, Iríbar, Arconada, Zubizarreta, Casillas, Valdés… y que en el ancho mundo futbolístico, porteros como Amadeo Carrizo, Gordon Banks, Lev Yashin, Fillol, Dino Zoff, Zenga, Schmeichel, Chilavert, Buffon, Petr Cech o Manuel Neuer han frustrado las aspiraciones de cientos de geniales delanteros ante sus disparos a puerta. Pero yo sigo pensando que Goyo ‘Zamoruca’ fue el mejor portero del mundo. Así lo vi en el brillo de los ojos de quienes me describieron las maravillas de las mil y una jugadas de aquel inolvidable deportista.
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