Me uno a la voluntad de Javier Menéndez Llamazares para ondear, en lo más alto, el nombre de José María de Cossío Martínez-Fortún, presidente del Racing entre 1933 y 1936, que al menos fue socio del club desde 1924. Menéndez Llamazares le da vueltas a la idea de formar una peña racinguista con el nombre del académico de la Lengua y eterno alcalde de Tudanca. Que cuente conmigo. Que un club de fútbol haya tenido como máximo dirigente a uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, es un orgullo y un mérito que no puede exhibir el resto.
Confío en que esa idea no desemboque en el olvido, como en 1988, cuando los alcaldes del valle del Nansa, también con el ánimo de honrar la figura de Cossío, propusieron al Ayuntamiento de Santander que el nuevo campo municipal llevara el nombre de este presidente racinguista. Nadie hizo caso de aquella petición. Y ahí esta el nuevo campo, sin nombre propio, aún con el aliento de los antiguos y ajenos aires de El Sardinero o los Campos de Sport.
Cossío se envenenó de fútbol en 1920, cuando sufrió uno de los golpes más amargos de su vida, la muerte de su amigo, el torero Joselito, corneado en el coso de Talavera de la Reina. La depresión que sufrió le alejó de las plazas de toros, y buscó otras multitudes para desahogar su tristeza. El fútbol entonces vivía momentos de efervescencia, acaso su primer salto cuantitativo de interés en España, gracias al éxito de la selección española en Amberes. Y Cossío no fue ajeno a aquella oleada de la que se empapó en Santander, ligado a diversas tareas en torno a la Biblioteca Menéndez Pelayo.
Gestiones a favor del Racing
No fueron escasas ni insignificantes las gestiones que Cossío realizó en esos años a favor del Racing y del mismo fútbol nacional, ya que participó activamente en las asambleas de clubes de la Federación Española. Fue el principal defensor de la entrada de extranjeros en la Liga española. Por eso el Racing fue uno de los primeros en integrarlos a su plantilla, fichando a los mexicanos Alonso y Fuente. También logró que el Racing participara en los campeonatos suprarregionales, evitando la monotonía de los campeonatos regionales cántabros que siempre ganaba.
Pero hay otro mérito que yo quisiera apuntar de Cossío. Este “glotón de la poesía ibérica”, que así le llama Rafael Gómez, supo trasladar la inquietud taurina entre los jóvenes poetas de la época, y de la misma manera, aunque con menos trascendencia, también influyó en introducir el fútbol en los ambientes intelectuales y literarios que tanto frecuentó para dinamizarlos, ambientes que se abrían a una generación que se integraba en la modernidad, también por medio del deporte. Porque poetas como Gerardo Diego, Miguel Hernández, Rafael Alberti o José del Río, no desdeñaron la expresión de emociones en torno a la temática futbolística en sus versos. El ejemplo más claro fue la Oda a Platko, exaltación al guardameta del F. C. Barcelona que Rafael Alberti escribió en 1928, después de acudir a los Campos de Sport invitado por Cossío.
Son tiempos amargos para el racinguismo. Por eso, además de los goles, echar un vistazo atrás parece la única manera que conduce al consuelo, porque cuando faltan nombres para prestigiar a las entidades, hay que rescatarlos del archivo. Y en ese aspecto, el Racing conserva una copiosa despensa para alimentar estados de ánimo. José María de Cossío es uno de sus mejores manjares.
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