Jesús Fiochi continúa practicando en la actualidad |
Sólo con mirarlas, despiertan el espíritu humano que goza con el poder de la dominación. A veces son pequeñas, dóciles y mansas; otras se levantan gigantescas, iracundas y poderosas. Sus rizos de espuma blanca se alborotan enérgicos. Parece que mueren plácidamente en la arena o estrellándose contra las rocas, pero nos engañan. Porque siguen meciéndose rítmicamente en los pensamientos para erosionar lo indestructible, inspirar al poeta y retar al aventurero con alma de conquistador.
Jesús Fiochi (Santander-1943), es uno de esos aventureros que no puede resistir la tentación de perseguir cualquier oleaje. Su facilidad para la práctica deportiva se deleitó en el baloncesto, donde compitió con el juvenil de La Salle, y con el ciclismo, pedaleando en el equipo de Bodegas Viota. Pero su vocación siempre estuvo en el agua. De niño, su objeto más preciado fue un aparejo de pesca. Se familiarizó con la vela navegando con Fernando Pombo y se convirtió en uno de los mejores nadadores de Cantabria, siendo campeón regional en 100, 200 y 400 metros libres, viajando a Tenerife para representar a Cantabria en el Campeonato de España con Orlando de la Hoz.
Descubrió el surf, como muchos jóvenes de los años sesenta, admirando fotografías de olas hawaianas en las revistas. Parecía un deporte inaccesible, con aquellas olas oceánicas tan monumentales. Pero un buen día, en el cine Kostka, se proyectó un documental donde se mostraba cómo las tablas también podían deslizarse sobre olas más pequeñas, como las que llegaban a Santander. Fue un descubrimiento que le obsesionaría.
Mientras entrenaba en la piscina del Frente de Juventudes, con sus amigos José Manuel Merodio y Carlos Beraza, no dejaba de pensar en las tablas de surf. Cada una de sus brazadas parecía perseguir una ola imaginaria que nunca alcanzaba. Soñaba con subirse a su cresta y acompañarla en su rompiente hacia cualquier lugar.
El descubrimiento
En el mes de febrero de 1965, Jesús abrió la puerta del viejo casetón, ubicado en lo que hoy es el CEAR de Vela, y ocurrió algo mágico. En aquel almacén donde se refugiaban las pequeñas embarcaciones durante el invierno, un rayo de luz le alumbró en el suelo un ejemplar de la revista francesa ‘Bateaux’. Entre sus páginas, había publicidad de ‘Establecimientos Barland’, dedicados a la venta de productos de navegación en Bayona, donde aparecían unas preciosas tablas de surf. Fue providencial el viaje que sus padres tenían previsto al sur de Francia con su hermana Asun. Les pidió que pasaran por Bayona y se interesaran por las tablas. Su hermana le llamó por teléfono desde la misma tienda y Jesús le pidió que comprara una. Cuando Asun describía los modelos, Jesús la interrumpió en cuanto escuchó el color de una de ellas: “¡Ésa, la roja!”. Era de poliéster, medía 2,90 metros de altura, pesaba 18 kilos y costaba cinco mil pesetas, de las de entonces. Pero había que solucionar el problema del transporte.
El Racing y la primera tabla de surf
Su padre, también de nombre Jesús, había sido directivo del Racing con Manuel San Martín y era amigo de José Luis Terán, otro directivo que había sido presidente. El equipo tenía que disputar su partido de Liga en el estadio de Gal, en Irún, contra el Real Unión, el domingo, 21 de marzo. El partido terminó con empate a cero, y Rafa Yunta, entonces entrenador, alineó a Larzábal; Jiménez, Gómez, Salvador; Sastre, Raba; Chapela, Gento III, Abel, Puente e Isidro. El mismo domingo, el autocar del Racing regresó a Santander. En su baca iban los habituales cestos con la ropa sudada y las botas sucias, pero también con un enorme y pesado paquete que Terio Somonte tuvo que subir con la ayuda de monsieur Barland, que personalmente transportó la tabla hacia la localidad fronteriza. El lunes, Jesús recibió la llamada del Racing para decirle que había llegado su “piragua”. Su amigo Miguel Sainz Aja, se la llevó a casa en un ‘cuatro-cuatro’. Al día siguiente, 23 de marzo de 1965, Jesús Fiochi, logró ponerse de pie sobre una ola de la Primera Playa de El Sardinero que rompió domesticada, despertando el espíritu humano que goza con el poder de la dominación. Cinco años después, Jesús y sus hermanos José Manuel y Rafael, coparon por este orden los tres puestos de honor del primer Campeonato de España de Surf, disputado en las playas de Bakio, Sopelana, El Sardinero, Somo, San Lorenzo y Tapia de Casariego.
Después de tantos años, las olas siguen meciéndose rítmicamente en los pensamientos para erosionar lo indestructible, inspirar al poeta y retar al aventurero con alma de conquistador, como Jesús Fiochi, jerarca respetado de los oleajes y pionero del surf en España gracias a una tabla que llegó en la baca del autocar del Racing.
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ResponderEliminarEl surf es una pasión que nos conecta con la naturaleza y el mar. Desafía nuestras habilidades y nos brinda momentos de emoción y libertad, dejándonos llevar por la magia de las olas.