El ejemplo es el mejor profesor de los valores humanos, también entre los futbolistas. En un grupo marcado por el inevitable egoísmo de querer jugar, ser un verdadero compañero puede resultar complicado. Pero siempre hay hombres más fuertes que los demás, que dan un paso adelante para enfrentarse con el problema y son capaces de transmitir los secretos de la lealtad.
A Juan Carlos Arteche, entonces capitán del Atlético de Madrid, no le tembló la mano cuando el 14 de abril de 1988 entregó a los periodistas un comunicado en defensa de su compañero, Quique Setién, y contra “las descalificaciones, insultos personales y humillaciones, así como las continuas injerencias de la dirección del club en forma de veladas o manifiestas amenazas”. Había comenzado el caprichoso y dictatorial periodo de Jesús Gil, y el comunicado, leído por el propio Arteche en el vestuario y aprobado por todos los jugadores, suponía toda una declaración de guerra al impetuoso dirigente.
Sus primeros pasos deportivos
Aunque nacido en Maliaño, Juan Carlos Arteche se vino a vivir con su familia al barrio de Porrúa de Santander cuando contaba seis años de edad. Tras estudiar en el colegio Puente Porrúa, comenzó a jugar al fútbol en los equipos escolares del colegio La Salle, donde terminaría el bachillerato, aunque en un principio se tomó más en serio los partidos de tenis y de baloncesto, donde destacaba por su altura. Se incorporaría al equipo juvenil del Racing y luego a la selección cántabra de esa categoría que dirigía Manuel Fernández Mora. Fue precisamente Fernández Mora, que pasó a dirigir a la Gimnástica de Torrelavega, el que solicitó su cesión para incorporarle a su equipo en la temporada 1975-76, donde debutó en Tercera División. Cuando regresó al Racing, Arteche se estableció en el primer equipo, con el que debutó oficialmente el 22 de septiembre de 1976, en un partido de Copa del Rey disputado en el campo de Linarejos, contra el Linares C. F. El resultado fue de empate a dos. Al mes siguiente, el 24 de octubre, debutaría en Primera División en Mestalla, donde los santanderinos perdieron por cuatro a dos ante el Valencia C. F.
Después de formar en el Racing una eficacísima línea defensiva con compañeros como Pedro Camus, Manolo Díaz, Lolo, Portu y el emblemático y veterano Manolo Chinchón, fue traspasado al Atlético de Madrid en el verano de 1978, después de haber jugado con el Racing 56 partidos y anotado 4 goles.
En el Atlético de Madrid
Central de gran seguridad, inteligencia, fuerza, entrega y contundencia que se manejaba muy bien en el juego aéreo, Arteche mejoró esas cualidades, obteniendo otras en el Atlético de Madrid, como el sentido de la colocación y el control de balón, influenciado por su compañero de equipo, el brasileño Luiz Pereira. Con los atléticos ganó la Copa del Rey de 1985, derrotando al Athletic Club de Bilbao. También ganó la Supercopa de España esa temporada, y en 1986, fue subcampeón de la Recopa de Europa tras perder en la final de Lyon (Francia) ante los entonces soviéticos del Dinamo de Kiev. Además, en cuatro ocasiones fue jugador internacional con la selección nacional absoluta.
El ejemplo es el mejor profesor de los valores humanos y, afortunadamente, siempre hay hombres más fuertes que los demás, que dan un paso adelante para enfrentarse con el problema y son capaces de transmitir los secretos de la integridad. En la temporada 1982-83, el entonces presidente cántabro del Atlético de Madrid, Vicente Calderón, había entregado a Arteche, en un hospital, la insignia de oro y brillantes del club, después de haber marcado dos emocionantes goles, dar la victoria a su equipo ante el Betis (4-3) y salir del campo en camilla con la rotura del menisco. Aquello no lo tuvo en cuenta Jesús Gil que expulsó a Arteche porque no pudo soportar que un hombre fuerte se cruzara en su camino, y menos que convenciera a sus compañeros para mantenerse fieles a un compromiso de honradez. Su muerte en 2010 resaltaría la figura de este profesor de valores humanos y de este seguro, inteligente, fuerte, entregado y contundente defensa de la lealtad.
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