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sábado, 10 de marzo de 2018

Las saetas de Cuca

Cuca
No era marzo, que era abril. Así que los cánticos petitorios de los marceros ya se habían diluido entre los partidos que el Racing había disputado con cánticos de victorias. En marzo, el Racing había ganado al Barcelona en su campo de Les Corts (2-3), había derrotado al Madrid en los Campos de Sport (4-3) y acababa de salir victorioso del siempre emocionante encuentro contra el Athletic Club, en Santander (2-1). ¿Qué más se podía pedir a los jugadores del Racing? Es verdad que desde 1936 (fecha en cuestión) han pasado muchos años y el ánimo de los futbolistas de entonces estaba radiante, adherido a la excelente crítica que los periodistas hacían de su juego. Así que no me resisto a la tentación de contar la historia de las saetas de Cuca (Ricardo García) y los poetas racinguistas que mi amigo Fernando Vierna me ha rescatado de la hemeroteca. 

Reunión de poetas y futbolistas

Todo ocurrió en el bar Suizo, en Santander, propiedad de Manolo Ibarra, uno de los emblemáticos jugadores del club. Allí se reunía la flor y nata del racinguismo, pero también lo más selecto del periodismo deportivo y de los hombres de letras, algo que sin duda tenía mucho que ver con que José María de Cossío fuera presidente del Racing. Aquel día, según el cronista Sollerius (Luis Soler) que jocosamente nos cuenta la velada, los jugadores del Racing estaban entusiasmados invitando a chatos a varios poetas que acompañaban a Cossío, entre los que se mencionan (agárrense) a Gerardo Diego, Jesús Cancio y Pío Muriedas. La cuestión es que, como el próximo partido del Racing era en Sevilla, contra el Betis, la conversación se disfrazó de semana santa y de saetas, y de repente surgió el nombre de Cuca, el veloz extremo racinguista que, aunque natural de Sama de Langreo, era el más “flamenco” de todos. Fue cuando sonó la voz de José María de Cossío: “Pues si hay ‘cantaor’ y aquí hay varios poetas, -dijo- se hacen unas saetas y a cantarlas en Sevilla”.

Jesús Cancio y la primera saeta

Sigo el relato textual de Sollerius que señala que “Jesús Cancio, que era el que estaba más sereno, se fue a un rincón, tiró de estilográfica, y a poco, le entregaba unas cuartillas a Cuca. Éste pidió dos chatos, los tomó y, después de driblar a Paco González (entrenador), que estaba a su lado, cantó: En el patio de Caifás/ se oyen oles y falsetas./ Seguramente que es Chas,/ que se arranca por saetas./ Escucha un poco y verás”. La mención a Chas, el delantero centro del equipo, la interpretación de Cuca y la letra de Cancio, levantaron en el bar una sonora ovación que calentó el ambiente. Se animó Milucho, “quien desabrochándose el cuello, y después de escupir de costado, cantó con voz emocionada: Mucho más que por la pena/ de ver a su hijo en la cruz,/ llorará La Macarena/ al ver la media docena/ de goles del Racing Club”. 

El intento de Chas

Incluso se dice que el propio Chas, en un arrebato de osadía, intentó levantarse para cantar también, “pero se vio acosado por los defensas Ilardia y Ceballos y desistió de hacerlo”. Así que fue de nuevo Cuca el que se lanzó para deleitar la atención de los presentes: “Dicen que Poncio Pilatos/ le dijo al señor Cossío:/ Yo esperaba cuatro gatos,/ y te traes once jabatos/ de padre y muy señor mío”. Y para finalizar el veterano Pepe Beraza gritó “¡La última!”, y Cuca, recurriendo de nuevo al buen improvisar de Jesús Cancio, volvió a romper el aire con su voz: “¡Ay Nazareno bendito,/ Jesús el del Gran Poder:/ por su dolor infinito,/ que el Racing de Santander/ dé el ‘pal’ pelo al ‘Oselito’”. 

Las previsiones

Sollerius acabó su graciosa crónica del bar Suizo sentenciando: “Si después de tantas saetas el Racing no gana en Sevilla, ¡ojalá le gane el Hércules!”. Y como suele suceder, no acertó ni una. El Racing perdió en Sevilla por tres a uno y luego, en la siguiente jornada, ganó al Hércules por cuatro a dos. Fue el último partido liguero de los cántabros en los Campos de Sport antes de la guerra civil. Más motivos para seguir cantando saetas.

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