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lunes, 14 de octubre de 2019

El sueño deshecho de una atleta


Entró desfallecida en la pista del estadio olímpico de Helsinki después de hacer una carrera brillante. No logró la primera posición, pero su entrenador, Gabriel González, saltó de alegría cuando miró la aguja del cronómetro. De nuevo Belén Azpeitia había batido el récord de España de los 1.500 metros lisos. Era la sexta vez consecutiva que lo conseguía en poco más de un año. Su progresión era imparable, pero aquel 26 de julio de 1972 su marca había sido especial. Había obtenido un tiempo de 4:18.60, por debajo de los 4:20 que la Federación Internacional de Atletismo exigía como mínima para participar en los Juegos de Munich. Belén se había ganado a pulso el mérito de ser la primera atleta española que podría participar en unos Juegos Olímpicos. Por eso se fundió en un abrazo entusiasta con su entrenador. 

Belén Azpeitia Mendieroz (San Sebastián, 1952 - 2005) se había aficionado al atletismo gracias a una de sus hermanas, Maite, que también era atleta. Estudiante de Arte y Decoración, era muy aficionada al dibujo y a la pintura, aunque en sus ratos libres ayudaba a sus padres en un comercio de ropa en Amara. Su primera prueba importante la corrió en Barreda en 1968. En aquel campeonato de España de Cross, aquella chiquilla de 17 años deslumbró con las zancadas de sus largas piernas devorando distancias como bocados hambrientos. Quedó en segunda posición, detrás de la atleta que entonces nadie podía batir, su compañera de equipo, Coro Fuentes. Pero fue al año siguiente cuando se consagró. En el campeonato nacional de cross disputado en el viejo campo de golf de Gobelas (Vizcaya), Coro Fuentes parecía que iba a ganar de nuevo tras su potente salida, dejando atrás a todas las participantes a las que sacó una gran ventaja. Pero en los metros finales, la coruñesa Elia Amieiro y Belén Azpeitia se fueron acercando. Las tres entraron juntas para cubrir los últimos 80 metros. Fue cuando las piernas de Belén se impulsaron con un corazón que bombeaba coraje, mientras sus pies prisioneros en zapatillas de clavos, se convirtieron en alas libres para desatar la cinta de la victoria. Los espectadores contemplaron la apretada llegada levantados de sus asientos y emocionados. Fue la primera vez que ganó a la entonces invencible Coro Fuentes, y no sería la última. 

Campeona de España de Cross en cuatro ocasiones, entre 1969 y 1972, Belén arrebató en 1971 el récord de España de 800 y de 1.500 metros lisos a Coro Fuentes, de tal manera que en 1972 la pugna entre ambas atletas fue vibrante. Fue campeona de España de 800 metros al aire libre y de 1.500 metros en pista cubierta en 1971 y 1972, e internacional en 16 ocasiones. Era la reina del atletismo femenino, y su nuevo récord de España, con la mínima para acudir a Munich, era la llave para convertir un sueño en realidad. 

Pero ocurrió algo difícil de explicar. La Federación Española de Atletismo impuso el criterio de que para acudir a Munich sería necesario estar entre las 15 primeras del ranking mundial. Aunque el lema que se publicitaba en aquel tiempo era el de “Lo importante no es ganar, sino participar”, los dirigentes deportivos evidenciaron la hipocresía de un régimen político agonizante y la enorme desconsideración al esfuerzo de una atleta de extraordinaria progresión. Cuando el presidente de la Federación Española de Atletismo, Fernando Cavero, informó al entrenador de Belén de que no participaría en los Juegos de Munich a pesar de haber obtenido la mínima, la sorpresa fue mayúscula. Desde el 1 de julio de 1971, Belén Azpeitia había batido el récord de 1.500 metros lisos en las competiciones internacionales que había disputado, haciendo 4:24.20 en Milán; 4:24.00, en Helsinki; 4:23.80, en Esmirna; 4:22.80, en Bruselas; 4:20.70, en Oslo y, finalmente, los 4:18.60 que suponía marca mínima. Su entrenador explicó a Cavero la gran equivocación de excluir a Belén, porque estaba seguro de que hubiera podido entrar en la final olímpica. Pero la intransigencia se revolvió contra una atleta con carácter que no tenía pelos en la lengua. 

Dicen que Belén Azpeitia se retiró del atletismo en la primavera de 1976, cuando se lesionó entrenando para conseguir aquel sueño deshecho de ser olímpica, en este caso en Montreal. Pero la verdad es que fue aquella marginación federativa la que acabó con sus vigorosos finales y con sus pies más aprisionados que nunca en zapatillas de clavos, sin alas libres para desatar la cinta de la victoria. Belén murió el 27 de agosto de 2005, víctima de un cáncer, a la edad de 52 años, con el pensamiento de que no fue la primera atleta que participó en unos Juegos Olímpicos por el capricho de algún federativo y acaso porque era demasiado vasca y demasiado mujer. Pero nadie le quitará el honor de ser la primera que se lo mereció.