Destino, Santander
De chaval, Rasero era muy aficionado a jugar en el frontón, pero muy pronto entró a trabajar en la delegación telefónica de la capital navarra que en 1913 le destinó a Santander, donde no dudó en incorporarse al Real Santander debido a su excelente condición física y a sus reflejos. Meses después, Rasero aceptó el ofrecimiento del Racing tras la retirada del que había sido su primer portero, José Roncal, desmoralizado por una goleada encajada. Roncal era amigo, paisano y compañero de trabajo de Rasero en la compañía telefónica, y es muy probable que la incorporación de éste al conjunto racinguista se debiera al ruego del propio Roncal para no dejar a su equipo desasistido de un puesto tan importante.
El debut de Rasero se llevó a cabo el 20 de junio de 1915, curiosamente en el primer partido oficial del Racing, contra el Real Santander, para disputarse el título de campeón provincial. Fue el 20 de junio de 1915 en los Campos de Sport y los racinguistas ganaron 1-0 con el triste desenlace de que el gol no fue fruto de una jugada, sino de una ceremonia sin ningún tipo de oposición al no presentarse el rival en el campo. De todas formas, el Racing formó aquel día con Rasero; Ruiz, Goyena; Lavín, Sierra, Torcida; J. Losada, Rebanal, Zubieta, Zubizarreta y Mateo Pérez.
El apoyo al Racing
El apoyo de Rasero fue vital para el futuro del Racing. En 1916, junto a Ángel Sánchez Losada, Guillermo Nogués y Manuel Gómez de la Torre, avaló el préstamo para que el club fuera el único y exclusivo inquilino de los Campos de Sport, algo esencial para sentar las bases de una próspera sociedad deportiva, ya que hasta entonces en los Campos de Sport jugaban varios equipos y las instalaciones se destinaban a otras actividades, además del fútbol. Ese mismo año, ocuparía la secretaría del Racing bajo la presidencia de José Nova Eterna.
Joaquín Rasero era un joven culto y con estudios, y su facilidad para escribir también le abriría camino para formar parte de la redacción de ‘El Pueblo Cántabro’, siendo su primer cronista deportivo con el seudónimo de ‘Amaya’. También fue colaborador del ‘Sport Montañés’.
La vuelta a Pamplona
En 1917 tuvo que volver a Pamplona para tomar posesión de su nuevo cargo en la central de teléfonos interurbanos. Allí continuó jugando en el New Club hasta que en 1920 se convirtió en uno de los hombres que fundó el C. A. Osasuna, del que además sería su primer guardameta, entrenador y presidente, tras la fusión del New Club y la Sociedad Sportiva. Jugó el primer partido de la historia de C. A. Osasuna el 24 de octubre de 1920 en el campo del Ensanche, contra el Regimiento de la Constitución, presentando una alineación compuesta por Rasero; Aizpún, Urriza; Esparza, Aldave, Meaurio; Ibate, Azaga, Moreno, Gorraiz y Altadill.
La final de la Copa del Rey
Tras abandonar el fútbol, se dedicó al arbitraje, alcanzando un excelente nivel, llegando a pitar la final de la Copa del Rey de 1923 en Barcelona, entre el Europa de Barcelona y el Athletic Club de Bilbao. También continuó dedicándose al periodismo en ‘El Diario de Navarra’.
Entre sus escritos en ‘El Pueblo Cántabro’ destaco uno con el título de “El deber de todos”, donde hace una defensa a ultranza del Racing animando a “fomentar la afición al fútbol, en donde antes había bastante y hoy hay también, pero retraída, silenciosa, por el fracaso”, añadiendo que “es deber de todos, un apoyo oficial al Racing”. Un pensamiento que también proyectaría sobre el Osasuna y que une el espíritu deportivo de ambos clubes en un personaje singular que merece reconocimiento tanto en Navarra como en Cantabria.