Cipriano Elis |
Hay caminos que se descubren y caminos que se abren. Caminos fáciles y cómodos que no llegan demasiado lejos y caminos de espinas que se conquistan para llegar a metas impensables. Nadie sabe más de caminos tortuosos que los corredores ciclistas. Para ellos no existen los bellos paisajes, sólo etapas de sufrimiento que se repiten día a día.
El ciclismo cántabro en el Tour de Francia conserva dos nombres propios que se pronuncian con respeto y admiración. Los dos abrieron caminos que plantearon nuevos retos deportivos a sus sucesores. El primero es Vicente Trueba, la famosa ‘Pulga de Torrelavega’ que en 1933 se convirtió en el primer Rey de la Montaña de la gran carrera internacional. El segundo es el santanderino de Peñacastillo, José Pérez Francés, el único que ha logrado subir al pódium final en París, obteniendo la tercera plaza en 1963, detrás del ganador, Jacques Anquetil, y de Federico Martín Bahamontes. Pero también hay un tercer nombre, tan desconocido como cualquiera de los que puede señalarse al azar en el listín de teléfonos, y que gracias a mi amigo Ángel Neila, ya sé que es tan importante como Trueba o Pérez Francés. Se llamaba Cipriano Elis de la Hoz (Muriedas 1907-1984) y fue el primer corredor nacido en Cantabria que participó en el Tour.
Hijo de emigrantes
Sus padres, Mariano Elis Andrés y Rafaela de la Hoz Díaz, naturales de Dueñas (Palencia), habían emigrado a la localidad francesa de Carcassonne, en el Languedoc, y vinieron a trabajar en la construcción del ferrocarril del Cantábrico a Muriedas, donde nació Cipriano, el último de sus quince hijos. Su familia regresaría a Francia cuando él tenía tres años, y en 1925 participó en sus primeras carreras como aficionado. Fue en 1928 cuando participó en el Tour de Francia. Lo hizo dos años antes que los hermanos José y Vicente Trueba, aunque siempre habrá que tener en cuenta al leonés afincado en Torrelavega, Victorino Otero, que ya había participado en el Tour de 1923 y 1924.
La participación de Elis no sería tan brillante como la de Trueba o Pérez Francés. De los 162 ciclistas que tomaron la salida en aquella edición de 1928, fueron 121 los que no pudieron llegar al final, entre ellos Cipriano. El Tour era mucho más duro que ahora. El recorrido final era de 5.375 kilómetros, muchos de los cuales, precisamente los más difíciles que accedían a los puertos de montaña, eran de tierra polvorienta. Hay que tener en cuenta que en las ediciones de hoy en día, además del buen estado de las carreteras y de las modernas y ligeras bicicletas, el recorrido no llega a los 4.000 kilómetros. Elis abandonó en la quinta etapa, entre Brest y Vannes. Pero no fue un fracaso, sólo estaba abriendo camino.
Embestido por un vehículo
Tras la experiencia del Tour continuó madurando y compitiendo, sobre todo en Cataluña y Levante. Y en 1935 lo intentaría otra vez. La U.V.E. (Unión Velocipédica Española) lo incluyó en la selección española que disputaría el Tour de Francia, junto con Vicente Trueba, Salvador Cardona, Federico Ezquerra, Mariano Cañardo, Emiliano Álvarez, Antonio Prior e Isidro Figueras, que a última hora ocupó la plaza de Fermín Trueba por encontrarse enfermo. Aquel Tour de 1935 fue un auténtico desastre y varios corredores tuvieron que abandonar por culpa de la mala organización. Uno de ellos fue Elis, que quedó eliminado en la primera etapa debido a una caída al ser embestido por un vehículo seguidor de la prueba. Cipriano quedó tirado y sin sentido en la cuneta durante media hora, con un aparatoso desgarro en un codo. Aun así, se subió de nuevo a la bicicleta y recorrió los casi 200 kilómetros que separaban Pontoise (donde se produjo el accidente) de Lille. Aquella etapa fue una de los más admirables gestos de superación que puede realizar un deportista. Herido, ensangrentado, conmocionado y exhausto, logró llegar a la meta, aunque entraría fuera de control.
Tras la guerra del 36, ya residente en Chera (Valencia), volvió a competir con regularidad, consiguiendo un meritorio quinto puesto en la Vuelta a España de 1942. Al año siguiente, sufrió un grave accidente en la Vuelta Ciclista a Cataluña, cuando iba segundo en la clasificación general, al chocar contra un vehículo que venía en sentido contrario. Pero aunque se pensaba que ya no volvería a subirse a una bicicleta, Cipriano Elis fue uno de los ciclistas españoles que más pruebas disputó en 1944 y 1945, especialmente en pista, proclamándose subcampeón de España en ruta por regiones. En 1946, con 39 años, dejaría de correr, aunque no se desvinculó del mundillo ciclista, pues fue mentor, entre otros, de Bernardo Ruiz, vencedor de la Vuelta a España de 1948 y primer español que hizo podio en el Tour de 1952.
Hay caminos que se descubren y caminos que se abren. Caminos fáciles y cómodos que no llegan demasiado lejos y caminos de abandonos, de caídas y de desesperanzas, que se conquistan para llegar a metas impensables. Y herido, ensangrentado, conmocionado y exhausto, Cipriano Elis nos mostró que el esfuerzo es el único camino que siempre constituye un éxito en sí mismo. Fue el ejemplo que nos proporcionó el primer corredor cántabro que participó en el Tour de Francia.